El Manchester United se ha llevado los tres puntos de Turf Moor, gracias a un solitario gol de Bruno Fernandes. En un partido muy disputado en el que los de Manchester supieron asegurarse el triunfo con más oficio que brillantez.
Primera parte
El encuentro comenzó con un ritmo pausado por parte de ambos equipos, conscientes de la necesidad de puntos que tienen y del mal momento de forma que atraviesan. Pese a ello, los locales llevaron la iniciativa atesorando un mayor porcentaje de posesión e intentando elaborar jugadas con microtransiciones. Las cuales implicaban una elaboración pausada con una mayor aceleración en el último cuarto de campo.
Por su parte, el plan de juego de los red devils se sustentó en resistir las embestidas locales (que tampoco eran muy numerosas) e intentar aproximar el balón al área contraria con la mayor rapidez y verticalidad. Llegado el ecuador de la primera parte, ningún equipo había conseguido imponer por completo su propuesta.
Como consecuencia de tal dualidad en el juego, el choque comenzaría a mutar en un estimulante intercambio de golpes. Donde los clarets disfrutaron de la ocasión más clara cuando Amdouni erró un mano a mano frente a Onana al enviar la pelota al palo.
Tras la clara situación de peligro, el cuadro de Ten Hag dio un paso hacia delante elevando la altura de sus líneas, para ganar protagonismo en el juego a través del cuero. La mayor decisión de los visitantes provocaría un escenario de partido donde los dos contendientes circularon el esférico con veneno, aunque ninguno consiguió amenazar la meta contraria con regularidad.
En los estertores del primer tiempo, un gran envío en largo de Johny Evans a la espalda del sector izquierdo del Burnley, que había sido bastante tanteado por el United anteriormente, conectó con Bruno Fernandes que con un volea seca de primeras inauguró el marcador.
El gol llegó en lo que popularmente se conoce como «minuto psicológico» y le dio alas a un conjunto mancunian que pudo granjearse un colchón mayor por medio de Hojlund. Pero el danés no remató correctamente el centro raso servido por Bruno Fernandes, tras un robo en la mitad de campo rival.
Segunda parte
La segunda mitad empezó con un guión similar al del pitido inicial, con un conjunto local más proactivo que intentaba generar alguna situación de remate atacando posicionalmente. Del mismo modo, los visitantes salieron del vestuario con la idea de proteger la mínima ventaja que poseían con uñas y dientes. Todo ello desembocó en un partido lineal sin grandes emociones ni alternativas en los primeros instantes.
Sin embargo, el desgaste físico y la desmoralización por el resultado adverso comenzarían a hacer mella en los dirigidos por Vincent Kompany. Su dominio de la posesión era ineficiente. Conscientes de ello, los visitantes comenzarían a inclinar el campo para ejercer una presión sobre su salida que les deparó varias oportunidades para transitar recuperando en tres cuartos de campo.
La mayor agresividad en campo contrario no les permitió a los de Ten Hag ampliar su renta. Lo cual reavivó al cuadro anfitrión para un arreón final en los últimos 15 minutos que contuvo más entusiasmo que una elaboración planificada, por lo que apenas derivó en algún remate nítido. Con la avalancha del equipo de Lancashire, el Manchester United encontró una posibilidad de arañarle segundos al cronómetro e incluso de buscar un segundo tanto fruto de los espacios que estos concedían, que no alteró el resultado en ningún sentido.
Tras esta victoria, los red devils alcanzan el octavo puesto con nueve puntos. Su próximo duelo será el próximo martes frente al Crystal Palace, como local, en la Carabao Cup. Mientras que el Burnley se mantiene como último clasificado con un punto. Antes de disputar una eliminatoria de Carabao Cup el próximo martes en campo del Salford.