La pasada semana se cumplieron seis años desde la última vez que Ricardo Izecson Dos Santos Leite, deportivamente apodado «Kaká», sacó a bailar al esférico a un terreno de juego. Por lo tanto, vamos a realizar un análisis de su carrera deportiva. Porque así se podrá apreciar qué significa «estar más de un lustro sin Kaká».
Ricardo era un jugador distinto. Un 10 con un exquisito último pase, regates en una baldosa, movimientos dignos de una serpiente, explosividad, gran zancada, fintas, y controles de otro mundo. No obstante, Kaká no destacaba únicamente por eso. Las cualidades que convertían al chico de Gama en un futbolista irremplazable, era la versatilidad en el golpeo de balón, y su capacidad para ir un paso adelantado al resto. Un mago del balón que no dudaba en dar un toque de más, en hacer un control orientado que le permitiera ganar metros respecto al rival.
El crack brasileño obtuvo grandes reconocimientos durante sus casi 17 temporadas como jugador profesional. Carrera que comenzó en las categorías inferiores del São Paulo, de las que pasaría al primer equipo. Sin embargo, con los «Tricolor» no conseguiría inaugurar su vitrina. Porque como el gran jugador que fue, tenía que estrenarse a lo grande. Su primer trofeo llegaría nada más y nada menos que con la canarinha. Con la selección de Brasil ganaría el mundial del 2002, atrayendo la atención de grandiosos clubes europeos.
Tras su gran cita mundialista le tocaría poner rumbo a tierras italianas. Aterrizaría en Milán para jugar con los rossoneros. En este periodo de casi seis años, Kaká se convirtió en la estrella del AC Milán. Conquistando una Supercopa de Italia, una Supercopa de Europa, una Liga Italiana y una Champions League. Dejando para el recuerdo esa famosa camiseta con la frase «I BELONG TO JESUS» después de la final en Atenas, disputada el 23 de mayo del 2007. Tras su experiencia en el país de la bota, Kaká decidió probar suerte en la capital española. El chico de oro ponía rumbo a la casa blanca.
A su llegada a la casa blanca le seguirían los títulos. Una Copa del Rey, una Liga Española y una Supercopa de España se sumarían al palmarés del astro brasileño. Bien es cierto que tras dejar a los «merengues» su carrera fue en declive. Terminando con ella en el año 2017 tras haber realizado una vuelta a Milán y a São Paulo, decidiendo colgar las botas en la MLS, con el Orlando City.
Sin embargo, posiblemente el mayor hito de la carrera de Ricardo Kaká fue un trofeo individual. Pues ya es algo común imaginarse al famoso «22» del AC Milán con la pelota dorada entre sus brazos. Así es, el crack brasileño levantó el mayor premio individual que puede obtener un futbolista, el Ballon d´OR. Llevándose como mérito posteriormente, el hecho de haber sido el último deportista en conseguirlo antes de la hegemonía Messi-Cristiano.
Este artículo ha sido un breve inciso de quien fue, es y será uno de los mayores futbolistas que han recorrido los terrenos de juego en este siglo XXI. Sin embargo, aunque hayamos pasado más de un lustro sin Kaká. Él siempre estará en la hemeroteca del balompié, y en los corazones de los hinchas. Porque Kaká nunca será recordado por ser un jugador problemático, fiestero, o egocéntrico. Ya que Kaká se ganó las etiquetas de «elegante», «entretenido» y «espectacular» con su forma de cuidar el balón. En definitiva, Ricardo se quedará guardado en nuestra memoria como aquél chico que disfrutaba mimando a la pelota.