En la decimoséptima jornada de la Premier League, el Everton se ha impuesto por 0-2 frente al Burnley. En un partido que, además de suponer el regreso de Sean Dyche a la que fue su casa, fue controlado por un Everton que mostró dos caras distintas, aunque igualmente competitivas.
El Everton se impuso desde el juego aéreo
El encuentro comenzó con el conjunto de Vincent Kompany acaparando la posesión y haciendo lo posible por llevar la iniciativa a través de ella. Mientras que enfrente se encontraba el rocoso equipo dirigido por Sean Dyche. Quien se asentó sobre el verde de la que fuera su casa con un bloque medio-alto, que buscaba comprimir la elaboración del contrario y reprimir su potencial ofensivo. Amén de dañar su estructura defensiva con un instantáneo juego directo que, sin generar un peligro constante, resultaba desconcertante con un demoledor dominio de los duelos aéreos y las segundas jugadas.
Onana inauguró el electrónico para los toffees, tras rematar un córner botado por McNeil en el segundo palo, ante la pasividad defensiva de los clarets. El 0-1, que resultaba coherente con lo que se estaba viendo en el condado de Lancashire, supuso un duro golpe para el Burnley. Pues se veía atenazado por una necesidad perentoria de sumar puntos y por una incapacidad para progresar con balón, que el sólido colectivo de Merseyside le estaba provocando con marcajes constantes que estrangulaban al poseedor. Como consecuencia de que el Everton estaba inclinando constantemente el juego sobre la meta de Trafford, tanto con la pelota como sin ella, Michael Keane amplió la renta. Remató en dos ocasiones, y sin padecer una vigilancia rigurosa, una falta proyectada por Pickford desde campo propio y peinada por Tarkowski.
Con el segundo tanto, los blanquiazules mantuvieron las líneas a la misma altura, aunque limitaron sus aventuras ofensivas. Frente a un oponente que dio un tibio paso hacia delante. Un movimiento que consiguió provocar un leve retroceso en las líneas visitantes, que siendo depositarios de una jugosa ventaja y viendo como se acercaba el descanso comenzaron a jugar con el cronómetro.
Los visitantes frenaron cualquier atisbo de reacción del Burnley
Los segundos 45 minutos empezaron con una mayor alternancia en el juego. Los locales dieron un paso hacia delante que armonizó con la actitud más conservadora que adoptaron los de Sean Dyche. Estirando sus posesiones para dejar correr el reloj y minarle la moral a su contrincante, además de dosificar mucho sus ofensivas. Así pues, su actitud en las transiciones ataque-defensa, o en la fase defensiva propiamente dicha, viraron hacia una presión más selectiva, centrada en ensuciar el primer pase del oponente.
Con el paso de los minutos, los de Vincent Kompany se diluyeron lentamente en sus intentos por progresar y generar algún contexto de remate, a pesar de seguir llevando la iniciativa y reunir la posesión con un menor riesgo defensivo. Debido a que el rival ya se encontraba en fase de retirada durante la última media hora de juego. Las ocasiones brillaron por su ausencia en la segunda mitad, porque el Burnley no encontraba fisuras al férreo bloque de hormigón que le separaba del arco de Pickford. Mientras que el Everton dejaba pasar los minutos con gran oficio y ni siquiera se veía en la necesidad de amenazar la portería contraria para terminar de amarrar el resultado.
Con este resultado, el Everton asciende a la decimosexta posición, con 16 puntos. En la próxima jornada, visitará Londres para enfrentarse al Tottenham. Mientras que el Burnley, por su parte, permanece decimonoveno, con ocho puntos. En la jornada previa al «Boxing day» visitarán al Fulham.