Ganador de un balón de oro, y consagrado como uno de los mejores interiores del planeta, Luka Modric ha sufrido una dura trayectoria desde sus inicios como mediapunta en el Dinamo de Zagreb hasta consagrarse como interior en el Real Madrid.
El que fue en su niñez un niño refugiado en la Guerra de los Balcanes entró muy joven a la cantera del Dinamo de Zagreb. Pese a tener que abandonar la entidad croata a modo de cesión rumbo al Zrinjski Mostar, se convirtió con 17 años en el mejor jugador de la liga bosnia.
La temporada siguiente también se iría cedido, pero esta vez al Inter Zapresic, de la liga croata. Otra temporada fabulosa de Luka que le valió para hacerse finalmente un hueco en el primer equipo del Dinamo.
En sus inicios, Luka actuaba como mediapunta. Sus grandes cualidades técnicas y su buena capacidad para asociarse en los últimos metros de campo le hacían situarse unos metros por delante de donde nos tiene acostumbrados a verle. Sus entrenadores le querían cuanto más cerca del área rival mejor. Quizá, eso explica la facilidad del croata para llegar al área rival y ser decisivo, no solo en la construcción, sino también en la finalización.
Sin embargo, con su llegada al Tottenham, comenzó a retrasar su posición debido a su capacidad para dominar el juego desde la medular, pues el croata tenía un don innato para crear juego. Luka debía ser el cerebro de su equipo, y así se lo hizo saber Harry Redknapp quien le puso unos metros más atrás de donde acostumbraba a jugar y otorgándole libertad en labores creativas.
Además, es conveniente recalcar su mejoría en las ayudas defensivas. Tareas que ha ido mejorando con el paso de los años. Antes, se limitaba a presionar a la defensa contraria con vistas a una recuperación que le permitiese recorrer los mínimos metros posibles hasta llegar a la portería rival.
Con la selección croata, hemos podido ver jugar a Luka tanto en un doble pivote como en la posición de mediapunta en un 4-2-3-1, cumpliendo notablemente en ambas posiciones. Quizás en su llegada al Real Madrid, su primer entrenador en la capital española, José Mourinho, si que utilizaba a Modric con fines más defensivos, pero con la llegada de primero Ancelotti, y después Zidane, el mediocentro croata se soltaba mucho más fácil, sintiéndose más cómodo en el césped y convirtiéndose de esta manera, en uno de los mejores del mundo.
Si bien con el paso de los años, le es más difícil realizar grandes despliegues físicos, todo el fútbol que atesoran las botas de Luka, quedará en el recuerdo de todos los que hemos visto jugar.