|Crónica|Sevilla-FC Barcelona: Empate eléctrico en el Sánchez Pizjuán

El Sevilla, en un intento por mantener el tercer lugar de la tabla general de LaLiga, y no poner en riesgo su boleto a la próxima Champions League, se midió en el duelo correspondiente a la jornada 30, desde el Sánchez Pizjuán ante un FC Barcelona, que sigue luchando codo a codo frente a un Real Madrid que busca arrebatarle el liderato del torneo. Un partido que, por lo que está en juego se antoja como una auténtica final.

Lopetegui, entrenador a cargo del equipo sevillano decidió salir con Vaclík en portería, la defensa central del campeonato con Koundé y Diego Carlos, los laterales para Reguilón y Jesús Navas (C), el medio del campo fue para Fernando, Óliver Torres y Joan Jordán, las bandas para Lucas Ocampos y Munir con Luuk De Jong por el centro.

Del lado blaugrana, los de Setién saltaron al terreno de juego con Ter Stegen bajo los tres palos, la defensa para Piqué y Lenglet, la sala de máquinas corría a cargo de Busquets, Arturo Vidal e Iván Rakitic, y en el ataque, acompañando a Leo Messi, Martin Braithwaite y Luis Suárez

El partido comenzó con una intensidad digna de un encuentro de este calibre. Apenas corría el primer minuto del partido, cuando Lopetegui mandó a los suyos con todo el arsenal disponible hacia la portería defendida por Ter Stegen, enviando una clara declaratoria de intenciones hacia Quique Setién.

El “subidón” le duraría poco al equipo nervionense, ya que prácticamente enseguida, el Barcelona, fiel a su estilo, se dedicó a monopolizar el balón, y fue entonces cuando comenzó a ser más vertical. Un disparo de Luis Suárez al minuto 2 de juego avisaba a Vaclík de las intenciones del equipo catalán.

Corría el cronómetro, y el equipo culé seguía manejando el partido con mucha comodidad. Prácticamente todos los jugadores blaugranas se encontraban plantados en la mitad de campo del Sevilla, recuperando el balón con una presión tras pérdida bien coordinada e intensa y saliendo de la presión adelantada del Sevilla con calma y limpieza.

Alrededor del minuto 20, se le presentó a Messi la oportunidad de efectuar su disparo “especialidad de la casa”, los tiros de falta. El primero fue un disparo con rosca que parecía iba bajo los tres palos, pero Koundé lo despejó con la cabeza prácticamente en la línea de gol. El otro, bastante más complejo, término en las manos del meta checo.

El partido parecía controlado por el barcelona, el cual mantenía posesiones largas e inteligentes, fue hasta después del “cooling break”, que el Sevilla despertó y comenzó a meter en más aprietos al barcelona con un par de contraataques peligrosos.

La primera parte terminó caliente, con un conato de bronca entre ambos equipos por un empujón de Messi sobre Diego Carlos.

El inicio de la segunda mitad fue un asedio de parte del equipo local. Los de Lopetegui eran capaces de llegar con mucha facilidad al área defendida por el arquero teutón. Los sevillistas dieron un par de avisos, el primer vino en el minuto 53, de un desborde por la derecha de Lucas Ocampos, que remató a puerta con mucha potencia, pero Ter Stegen impidió la anotación del argentino. El segundo vino apenas 3 minutos después, en un gran contraataque enviado por el recién ingresado Ever Banega, hacia Munir, quien hizo la ruptura de manera perfecta, y desde la izquierda hizo un disparo cruzado de nuevo atajado por el arquero alemán.

Al minuto 62, Setién decidió agitar el banquillo y hacer entrar a Arthur en lugar del atacante danés, Martin Braithwaite, para así darle más control del medio campo a los suyos. El plan del cántabro parecía estar funcionando, con el paso de los minutos el Barcelona parecía recuperar el control del balón y asentarse de nuevo en territorio rival.

El ímpetu ofensivo de los azulgranas ponía en riesgo las espaldas de la defensa. Corría el minuto 75 y de nuevo en otra contra, esta vez proveniente de una pérdida de balón en un córner, donde Piqué detuvo el pase de la muerte de Reguilón con una barrida imperial. A pesar de todo, el Barça parecía estar más cerca del gol.

Alrededor del minuto 82, el Sevilla parecía dar por bueno el empate, echando sus jugadores atrás y buscando hacer daño a la contra. Al minuto 90, Reguilón tuvo en sus botas el tanto que adelantaba a los suyos, pero la dejó en los guantes de Ter Stegen. Así finalizaron las acciones en un partido cargado de electricidad, una autentica final que hizo vibrar todo Sevilla.

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