OPINIÓN | El Barcelona ya no es «més que un club»

Barcelona 2-8 Bayern. Bueno. Complicado, todavía en caliente, ser culé y no sentir un cóctel de emociones: pena, indignación, asco, frustración, una infinidad de sentimientos negativos enfrentados por el amor hacía un escudo y unos colores. Pena por todo, pena porque esto es solo el principio, y no es la humillación sobre el césped lo peor, porque esto no ha hecho nada más que empezar. Por el Barcelona y por sus jugadores. Pena por los canteranos que saben que jamás tendrán su oportunidad en el primer equipo, por Piqué, por Busquets y por Messi. Pena, porque, al fin y al cabo, ellos han estado más de una década aquí, y me faltan dedos para contar las veces que nos han hecho disfrutar a los culés, y a todos los amantes de este deporte. Por los goles, por las victorias, por las jugadas increíbles en la banda del Camp Nou. Pena porque todo ese disfrute se ha ido, ya no nos queda nada.

Una sensación muy mala. La imagen dada, se puede resumir en que ni un balón dividido caía del lado blaugrana. Mental, y físicamente agotados, nivel de intensidad bajísimo. Futbolistas que parecían muertos caminando por el terreno de juego, como en Roma y como en Anfield. Decía Arturo Vidal en la previa al partido, que no todos los rivales son como los de la Bundesliga, sin embargo, eran palabras vacías, pues cualquiera de los equipos alemanes puso más oposición al Bayern que el propio Barcelona.

Evidentemente no es de buen agrado ver como estos futbolistas que han llevado al Barcelona a ser “Més que un club”, van sufriendo humillaciones y palizas por Europa, pero la situación en la que se encuentra la institución, no ofrece apenas soluciones para afrontar los años venideros. Desde el club, tienen dos opciones, o hacen autocrítica para cambiar el sistema de trabajo y volver a empezar, o continuar en la misma línea que hasta ahora, lo cual probablemente empujaría a más de uno a abandonar el Barcelona de la peor manera posible.

Pasarán muchísimos directivos, entrenadores y jugadores por el Barcelona, pero nosotros, los aficionados, seguimos aquí. Ellos no sé qué harán, pero el aficionado siempre va a estar. Y eso no quita que no se sea agradecido con el rendimiento y el trabajo ofrecido por todos estos profesionales. La historia ya está escrita, y eso no va a cambiar nunca, pero cuando ellos se vayan, el aficionado va a seguir. Lo peor no es que te metan ocho, lo peor es que no tienes proyecto para recomponerte de semejante varapalo. El barcelonismo no tiene ni idea de que hacer, el club se cae a cachos, lo están destrozando. Y si esta gente no despierta, la temporada que viene, nos volverán a meter una paliza más. Una y otra vez, año tras año, no hay ni amor propio, ni pasión, ni mucho menos carácter.

Imagino, que, si algo “bueno” puede traer este desastre, es que, a partir de ya mismo, debería a empezar a haber movimientos en todo el organigrama deportivo de la entidad. Digo debería, porque si hubiese un mínimo de vergüenza en la persona de Josep Maria Bartomeu Floreta, pondría en duda su cargo, dando al socio la oportunidad de ejercer su derecho a la democracia. Pero efectivamente, se queda en un “debería”, porque al igual que no se hizo nada tras lo de Roma, tampoco tras lo de Anfield, no sería de sorprender que no se cambiase absolutamente nada tras esta derrota.

Como digo, y no quiero ser redundante, una pena. Pero como no podía ser de otra forma, también reside en mi, cierta frustración e indignación. Indignación, porque el resultado justo, y aunque parezca mentira, no era un 2-8, era un 2-12. Yo quiero un Barcelona fuerte, en el presente y en el futuro, y eso exige la toma de ciertas decisiones, y quizá, ya sea tarde para tomarlas.

El partido de Anfield, nos dio una oportunidad de comenzar un nuevo proyecto. Sacar inmediatamente a Valverde, con la correspondiente llegada de un entrenador que conozca bien la filosofía del club -cosa que no se hizo-, por supuesto, la salida de ciertos jugadores de ese vestuario, como podían ser Rakitić, Piqué o Coutinho, y comenzar una renovación en el plantel dando un toque de atención a los teóricos pesos pesados, y no permitir que estos se acomoden, es decir, que jueguen los que estén en forma y se lo hayan ganado, el que no rinda, al banquillo -tampoco se hizo-. Pero verdaderamente, te das cuenta de que el club está a la deriva, cuando ni el propio Messi, el capitán de este barco, se compromete a muerte con el entrenador de turno y con el proyecto. En resumidas cuentas, las diferencias entre el Barcelona de hace un año en Anfield, y el Barcelona de ayer en Lisboa, se cuentan con los dedos de una mano.

Ahora, tienen una oportunidad para intentar salir lo menos escaldados posible, cambiar el rumbo de un proyecto que desde 2015, coincidiendo con la entrada a la presidencia de Bartomeu, estaba condenado al fracaso. Y con todo el respeto del mundo para los jugadores que lo quieran, pero ese cambio de rumbo hacía un proyecto ganador, no puede depender, ni muchísimo menos, de la llegada de Neymar. Porque por todos es sabido que no son pocos los futbolistas azulgranas que quieren al brasileño de vuelta, y parece que la directiva culé, también vería con buenos ojos el regreso del carioca. Un gran ejercicio de respeto hacía el club, sería repasar toda su historia, sobre todo los últimos diez años, donde muchos jugadores que aún permanecen en el club, saben como se trabajó y como se hacían las cosas durante la etapa de Guardiola en la nave culé, y sacar de los errores pasados, experiencia para afrontar el devenir. Porque como el Liverpool en Anfield, el Bayern te da una nueva oportunidad.

Porque la solución para que el Bayern te meta ocho, lo siento, pero no es Neymar. Y digo ocho, cuando podrían haber sido dieciséis. ¿Va a marcar él los seis goles para empatar? ¿Va a sacrificarse Neymar en defensa? Porque guste o no, ni Neymar hubiese evitado la debacle de ayer, al igual que no hubiese evitado los tres goles de Roma y los cuatro de Anfield. Es más, los tres de Turín, y los cuatro en París, tampoco pudo evitarlos. Porque sí, ya estaba Neymar cuando esto comenzó a desmoronarse.

Al igual que Neymar no te va a solucionar un desastre como esté, ¿es culpa de Setién que te metan ocho? Con el debido respeto, y entendiendo el contexto, dadas las circunstancias en las que se encuentra el Barcelona, Setién tiene más bien poca culpa. Él se encontró con un equipo con una línea de trabajo que daba vergüenza, esto, no le ha permitido hacer de este Barcelona, lo que hizo del Lugo, Las Palmas o Betis, equipos que practicaban un fútbol muy bueno.

En 2017, el PSG te mete cuatro con Luis Enrique y Neymar. Remontas en un partido épico, donde todo el equipo trabajó muy duro y se consiguió marcar hasta seis goles, con jugadas no exentas de polémica. Pasas a cuartos de final avisado de que cualquier equipo te puede echar a las primeras de cambio, y la Juventus te vuelve a meter otros tres, con Neymar, y Luis Enrique, no Setién. Para más inri, eso no quedó ahí, y tristemente no fue algo anecdótico y puntual, pues al año siguiente, la Roma te consigue remontar un 4-1 a favor. Ya no estaban ni Neymar ni Luis Enrique, estaba Valverde. Muchos fuimos los que pensamos que era un accidente más, fruto de la mala actitud mostrada por varios de los jugadores durante el partido de vuelta. En 2019, llegamos a Anfield con ventaja de 3-0 en el partido de ida, pero te vuelven a caer otros cuatro con Valverde en el banquillo. Hasta 14 goles en contra, cero a favor, en cuatro salidas.

Luis Enrique, Valverde, y Setién, los tres, esclavos de un vestuario acomodado y lleno de egos, y sin la intensidad y carácter necesarios para afrontar un desafío como es la Champions League. Con sesiones de entrenamiento de 40 a 50 minutos, es lógico que los balones no lleguen al compañero, o que los jugadores del Bayern ganen todos los balones divididos y tú ninguno. Futbolistas que no aceptan rebajar su cuota de minutos, que quieran jugarlo todo. ¿Esto lo soluciona Neymar? No, esto se soluciona partiéndote la cara en todos los entrenamientos, porque se juega como se entrena, siempre acompañado de un buen trabajo táctico por parte del equipo técnico, está claro, porque para que funcionen los planteamientos del entrenador, es fundamental el trabajo de los futbolistas. El tema de quien sea el entrenador del Barcelona la siguiente temporada me da absolutamente igual, porque sé, que, si no hay un cambio de actitud, venga el que venga, va a salir mal. Y si de verdad sí que va a haber un cambio a la hora de trabajar, sinceramente, me quedo con Setién.

De ser temidos por toda Europa, a ser los mayores hazmerreir del continente.

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