No es un secreto para nadie que el Real Betis Balompié pasa por la mayor crisis desde que Ángel Haro y López Catalán están al frente del club verdiblanco. El equipo marcha a 8 puntos del sexto clasificado (y a 6 del séptimo puesto que podría dar acceso europeo), y a falta de la disputa de tan solo 9 puntos para finalizar el campeonato doméstico, no está matemáticamente salvado. Incompresiblemente, y a pesar de tener uno de los 7 mayores prepuestos del campeonato, Quique Setién aún sigue sentado al frente del banquillo bético, lo que es totalmente inexplicable para gran parte de la grada Heliopolitana.
El ambiente está muy raro desde hace algunos meses en el estadio Benito Villamarín, y no solo por parte de los fieles aficionados verdiblancos, sino también por la actitud y muestras que dejan la mayoría de futbolistas durante y tras los partidos. Uno de los que más afectado se ha mostrado sin duda es el central catalán Marc Bartra, al que se le ven evidentes pruebas de que le molesta la más que probable no clasificación europea. Ya ha dejado ver en varias ocasiones que es sumamente importante tanto como para él como para el club la presencia en competiciones continentales la próxima temporada.
Tras el término del partido de ayer frente al Espanyol, el ex futbolista del FC Barcelona se fue a vestuarios entre lágrimas. Posteriormente fue llamado para ir al medio del campo a despedir a la afición bética, momento en el que aún se veían los ojos del defensa llorosos. El pasado día 21 de abril el tarraconense se fue a túneles de vestuarios tras perder frente al Valencia por 1-2, donde con mucha fuerza e impotencia gritó: “¡Joder!”, se mostraba visiblemente molesto ante la imposibilidad de cumplir el objetivo.
Es una pena para un equipo como el Betis no poder pelear por la clasificación a competiciones continentales. Sobre todo por el aumento de presupuesto que el club ha tenido en los últimos tiempos y por la mejora del nivel deportivo del plantel, lo que permitiría afrontar unos retos mayores a los que está llevando a cabo en una temporada que prometía ilusión y buenas tardes de fútbol en la avenida de La Palmera, y que se ha convertido en un infierno para los parroquianos del Real Betis.