El Real Madrid se abona a la épica en una semana decisiva

Más que una noticia, este titular parece un eterno capítulo sin final. Un libro que siempre se sabe cómo acaba pero que aun así lo lees cien veces porque lo disfrutas como si de la primera se tratase. Este capítulo es de sobra conocido por los madridistas, como también es sabido que no siempre acaba con final feliz. Aun así, ahí sigue el aficionado blanco gritando a viva voz, hasta el final. Quizá ese aliento es el que ha empujado al club a escribir los mejores capítulos de su historia.

El Madrid del insumergible ‘Zizou’, más en la cuerda floja que nunca, afronta su semana más crucial de la temporada. Nervión dio el pasado sábado un halo de esperanza y oxígeno a un equipo que ya se jugaba más de media vida en la capital andaluza, pero que consiguió solventar sin excesivo sufrimiento, aunque con poca brillantez.

Un paupérrimo 0-1, con gol de Bono en propia puerta, sirvió de excusa para empezar a creer en que no todo está perdido, que sólo es un bache más y que lograrán solventarlo contra todo pronóstico, como han hecho en incontables ocasiones.

Pero lo que viene por delante más bien refleja un relato de terror que de heroicidad. Como consecuencia de la dura derrota en Kiev, al Real Madrid no le vale el miércoles otra palabra que no sea ganar ante un Mönchengladbach que también se juega sus aspiraciones en la casa blanca. Una auténtica final en diciembre en la que cualquier resultado adverso creará una tormenta tremenda en Valdebebas.

A priori puede parecer una ventaja que el equipo blanco enfrente dos partidos de enorme importancia en casa, pero más bien puede ser un arma de doble filo. No se le da nada bien el Di Stéfano al Real Madrid, donde ha dejado escapar puntos fundamentales contra los más inocuos, pero valientes rivales como Alavés, Cádiz o Shakhtar.

Son muchos los aficionados que han pedido la vuelta al templo madridista para la disputa de estos duelos, aquel que ha sido testigo de noches para la historia, tanto de Champions como de Liga. No obstante, se ha preferido conservar el Bernabéu para su radiante inauguración y, a ser posible, lleno hasta la bandera. Veremos a ver si no sale cara esta decisión.

Sin margen de descanso ni apenas recuperación, el combinado de Zidane volverá a recibir en su casa a todo un Atlético de Madrid, que ya sabemos cómo viene. El cuadro de Simeone llega desde el otro extremo de la capital para hacer sangre y poner patas arriba a su eterno rival, no sin antes pasar un durísimo peaje en el Red Bull Arena, donde tendrá que pelear también su pase a la siguiente fase.

De solventar su clasificación el miércoles, el Madrid llegará al derbi con un chute de adrenalina y moral importantísimos que puede servir para romper la racha de imbatibilidad rojiblanca y agarrarse con uñas y dientes a la Liga. Todo esto con el capitán Sergio Ramos al mando, ya recuperado de su lesión.

Son siete días infernales en los que tanto el físico como la mentalidad jugarán un papel trascendental, una semana en la que Zidane se juega la cabeza y en la que el Real se ve obligado a dar un golpe de autoridad, sin faltar además con su habitual cita a la épica para intentar lograr una proeza al alcance de muy pocos equipos. Mucho más que el honor está en juego.

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