La tercera fecha de la Fase de Grupos de la Champions League Femenina aportó un encuentro apasionante y con mucho nombre. Del lado local, el París Saint-Germain, un conjunto con trayectoria y experiencia en el torneo, que le ha llevado a los subcampeonatos en 2015 y 2017. El visitante, un equipo que se estrena en la competición, pero con la ambición y ganas de triunfar que su nombre representa, el Real Madrid.
El entrenador merengue, David Aznar, se mostró consciente de la responsabilidad que tienen durante la previa del partido: “Sabemos lo importante que es para el club estar en Europa. Lo vivimos con ganas de crecer y con la humildad de que somos unos recién llegados a la competición”.
Ambos conjuntos llegaron compartiendo el liderato y con apenas un gol de diferencia. Ninguno había recibido goles en esta fase y su potencia goleadora presentaba siete anotaciones del lado parisino y seis en el madrileño. Claudia Zornoza, en la rueda de prensa preliminar, habló del rival: “Es un equipo al que toda jugadora se quiere enfrentar, uno de los mejores de Europa. Estamos concienciadas en dar el 300% en este tipo de partidos, no cometer errores e ir a por la victoria. Hay que destacar todo el progreso que hemos tenido. Ha sido un crecimiento muy grande y estamos preparadas para llevarnos este tipo de partidos. Hay que hacerlo todo perfecto para ganar al PSG. Tenemos mucha ilusión, muchas ganas por disputar el partido”.
Llegado el momento del cotejo, Aznar planteó un esquema 1-5-4-1, para contrarrestar el poderío físico del PSG. Para ello, se apoyó en un once titular conformado por: Gérard, Kenti Robles, Ivana, Oroz, Esther, Claudia Florentino, Marta Corredera, Lucía, Rocío, Zornoza y Athenea.
Los primeros minutos mostraron a las francesas ejerciendo una presión alta y con una exhibición de fuerza que las hacía verse muy superiores en ese aspecto cada vez que iban al choque. No fue sino hasta el minuto 7’, que las merengues se pudieron acercar al área contraria, cuando un pase en largo encontró a Esther y Athenea. Esa aproximación pareció tranquilizar un poco a las jugadoras de Aznar, pero el espejismo duró muy poco. Cada avance parisino, cada saque de esquina, llevaban angustia al arco defendido por Gérard.
En el minuto 12’, el asedio del PSG tuvo su premio y se adelantaron en el marcador, por intermedio de la delantera Marie-Antoinette Katoto. Lejos de conformarse, y conscientes de la superioridad que estaban teniendo, los ataques no cesaron y, al 40’, Däbritz colocó el segundo. Las estadísticas del primer tiempo reflejaron lo sucedido sobre el césped. Un 61% de posesión, con nueve remates, cuatro de ellos bajo los tres palos y dos goles para las francesas. Por su parte, las merengues cerraron sin tiros a puerta.
A tenor de lo sucedido, y viendo las opciones del banquillo, las figuras de Teresa, Olga y Møller, se antojaban como buenas posibilidades. La primera para reforzar el mediocampo. Las dos últimas, para explotar su velocidad y usar esa arma para eludir el poderío físico del PSG. David Aznar prefirió comenzar la segunda mitad con su once de inicio.
En el 53’, repitiendo la tónica del encuentro, el peligro en cada saque de esquina se volvió a mostrar y Katoto consiguió su doblete. Si al comienzo del segundo tiempo era llamativo, con el correr de los minutos se tornaba desesperante la inacción de Aznar. Al 60’, finalmente decidió hacer un par de cambios, pero en lugar de reforzar, optó por un cambio de cromos en la misma posición y de características similares. Entraron Nahikari por Esther y Teresa por Maite Oroz.
Por si la desgracia fuera poca, en el 64’, Rocío marcó en propia puerta lo que significaba el cuarto gol del PSG. En la reanudación ingresó Carmona por Corredera, un cambio que lucía tardío a la vista del marcador. Sorprendentemente, tuvo que llegar el minuto 80’ para presenciar un cambio de esquema. Salieron Athenea, llorando de impotencia, y Zornoza, para dar entrada a Lorena Navarro y Caroline Møller. Precisamente fue la danesa la que llevó la primera acción de peligro y su remate se fue desviado por muy poco.
El encuentro, aparte de un baño de realidad, mostró otras cosas. El poderío físico no es precisamente la virtud de este Madrid, pero si no se explotan sus cosas positivas, como la velocidad, muy poco se puede hacer. No se trataba de si una jugadora estaba mejor o peor, porque nadie puede discutir el pundonor y el esfuerzo demostrados. Lo que se echó en falta fue el aprovechamiento de las potencialidades de la plantilla. Cierto es que faltan piezas, pero eso no puede ser excusa. El Real Madrid se vio sobrepasado y no se vislumbraron acciones correctivas a tiempo. La clasificación no parece correr peligro, pero superar otras instancias, necesita de otras cosas que hoy no se vieron. Las lágrimas de Athenea, de seguro fueron compartidas por una buena parte de la afición y esa impotencia es una muestra de lo que es el corazón de estas guerreras.