En un mes de octubre con un camino plagado de minas, el Real Madrid ha alcanzado uno de sus objetivos. La clasificación a octavos de final en la Champions League ya es un hecho, tras el empate obtenido en Varsovia contra el Shakhtar.
Parece mentira, pero apenas han transcurrido once días del mes, y ya el Real Madrid ha disputado cuatro encuentros. Por delante le esperan otros cinco, en un período que puede tildarse de criminal para el estado físico y mental de los jugadores. Tal vez, esto explica el juego de los merengues que hemos presenciado en estos días. Controlar los partidos, no excederse de revoluciones y sacar los resultados. Una estrategia que, de seguro, continuaremos viendo en los próximos días. Concretamente en la Champions, así fue el partido de la semana pasada, cuando el Real Madrid recibió la visita del Shakhtar. Dos a uno fue la pizarra, con algún que otro sobresalto, pero con la sensación de control merengue.
Ahora, en el partido de vuelta en Varsovia, no hubo cambio de guion, pero sí tuvo un añadido. El conjunto blanco sufrió hasta lo indecible, tras recibir un gol abriendo el segundo tiempo. Uno que, combinado con el triunfo parcial del Leipzig comprimía las posiciones del grupo. Al final, en el minuto 95, activaron el modo remontada, y Rüdiger consiguió la igualdad jugándose el físico. La consecuencia fue inmediata y con el rostro ensangrentado, tuvo que abandonar el terreno de juego. Con una mezcla de sensaciones en el cuerpo, al ver al alemán mareado y golpeado, el Real Madrid obtenía su clasificación a octavos. Una fase que se disputará después del Mundial con un mar de incertidumbre en el ambiente. La razón no es otra que la incógnita que se cierne con respecto a cómo volverán los jugadores, tras disputar la cita en Catar.
El Real Madrid continúa a lo suyo, con un planteamiento inteligente, pero que no deja de ser arriesgado. Sin embargo, más allá de ese riesgo asociado, está la sensación de que la directriz es muy clara y que se sabe lo que se está haciendo. Salga bien, o salga mal, hay un plan establecido y se sigue a rajatabla. En lo particular, más allá de favoritismos, pienso que aquel que de por muerto a los merengues no sabe de Historia. Las casas de apuestas parecen estar más pendientes de presentes e inmediatez, pero si algo han demostrado Ancelotti y los suyos es que saben ganar. Y eso, mis queridos lectores, es lo que cuenta, sobre todo, cuando el juego o las circunstancias no están de tu lado.
Saber ganar está al alcance de pocos y, por lo que a mí respecta, sí creo en este Madrid por una sencilla razón. Se trata de un EQUIPO, sí, así en mayúsculas. No es un conjunto de cromos, es un gran plantel donde todos se apoyan y que cuenta con una mezcla difícil de encontrar. Una conformada no solo por jugadores, sino también por un Ancelotti y un cuerpo técnico que han sabido compenetrarse a la perfección con ellos. Y no olvidemos a un tal Pintus, que pocos nombran y que, en el año de un Mundial ‘atravesado’, tiene y tendrá bastante que decir. Mucho ‘ojo’ con este Madrid que como quien no quiere la cosa, ya está en octavos de Champions y le sobran dos partidos.
Ahora, el siguiente objetivo no es menos ambicioso que el de la Champions. Octubre tiene cinco partidos más y el liderato de LaLiga estará en juego. Barcelona, Sevilla y Girona, serán los rivales en el Bernabéu. Tocará visitar al Elche después del Clásico. El torneo continental les exigirá una parada más frente al Leipzig, pero con la tranquilidad de la clasificación obtenida. El balón no se detiene y el próximo domingo tocará recibir a los rivales de la Ciudad Condal.