Historia| Didier Drogba: Ejemplo de liderazgo en el fútbol y la sociedad

Didier Yves Drogba Tébily, exdelantero centro nacido en Abiyán, Costa de Marfil, jugó para clubes en lugares con culturas muy diferentes. Francia, Inglaterra, China, Turquía y Estados Unidos formaron parte de su periplo por el mundo, pero en todos destacó, no solo por sus goles, sino también por su liderazgo.

Hijo de dos trabajadores bancarios en Costa de Marfil, Clotilde y Albert, las condiciones económicas no eran las mejores para que Didier pudiese crecer, al menos con lo mínimo que cualquier padre desea para su hijo. Su tío, Michael Goba, vivía en Francia donde se desempeñaba como futbolista profesional, y se ofreció a recibirle para brindarle una oportunidad para su desarrollo. Una decisión nada fácil para sus padres, que acabaron cediendo y le enviaron con su familiar, apenas con cinco años de edad. Para entender el nivel de la decisión adoptada por sus padres, hay que destacar que Goba no pudo viajar a Costa de Marfil a buscar al niño. La razón es que le fue negada la visa, y el dinero que él pudo enviar solo alcanzaba para procesar un documento de salida.

Finalmente, los padres de Didier decidieron utilizar el dinero para la visa del niño y subirle a un avión, para llegar donde se encontraba su tío. Nunca había utilizado ese medio de transporte en su vida, así que le colocaron un cartel en su cuello que decía: “Didier Drogba se encuentra con Michael Goba en París”. Así comenzó su aventura de vida.

Drogba vivió tres años en Francia. Sus progenitores pensaban que debía concentrarse en los estudios. Su tío quería que el fútbol fuese su prioridad. Al final, decidieron que se ocupara de ambas cosas. En realidad, sería más correcto decir que aguantó tres años en Francia, pues la nostalgia por no poder estar con sus padres era muy grande. Tanto fue así, que a los ocho años convenció a su tío para que le ayudase y regresó de nuevo a su ciudad natal para estar con ellos. Sin embargo, llegó el año 1989 y la situación económica de todo el país empeoró dramáticamente. Clotilde y Albert perdieron sus respectivos empleos y no tuvieron otra opción que enviarle de nuevo a Francia, bajo los cuidados de su tío.

Poco a poco, el marfileño fue creciendo y empezó también a desarrollarse como futbolista. En 1993, se mudó a París y ahí pudo ponerse a vivir de nuevo con los seres que le trajeron al mundo, ya que ellos finalmente abandonaron su país natal debido a la grave situación reinante. Ese mismo año, firmó su primer contrato y se unió a las filas del Levallois SC. Posteriormente, pasó al Le Mans donde firmó su primer contrato profesional a la edad de 21 años, no sin antes obtener su título de contabilidad. El acuerdo entre sus padres y su tío, finalmente llegaba a buen puerto: ya tenía una profesión y se estaba dedicando al fútbol.

El debut en la Ligue 1 llegó con el EA Guingamp y ahí facturó 23 goles con cuatro asistencias en temporada y media. Luego, el salto al Olimpique de Marsella, donde su rendimiento se incrementó considerablemente. En apenas una campaña, consiguió 32 anotaciones con siete asistencias en 55 partidos, lo que le valió su traspaso al Chelsea en la Premier. Para tener una idea de la progresión que experimentó el desarrollo futbolístico de Drogba, no hay más que ver el coste de sus traspasos. En años consecutivos pasó del Le Mans al Guingamp por 100.000 euros, luego al Marsella por seis millones y finalmente al Chelsea por 38,5 millones.

Las nueve temporadas en Inglaterra, ocho consecutivas, con pasantías intermedias en China, con el Shangái Shenhua, y en Turquía con el Galatasaray, sirvieron para mostrar su mejor desempeño. Los títulos más importantes a nivel de clubes, incluyendo la Champions League en el 2012, los obtuvo durante esta etapa. Ese trofeo sirvió no solo para engrosar sus vitrinas, sino también para mostrar su liderazgo y como la vida se encargó de premiar su humildad.

En aquel entonces, el equipo cayó en octavos de final frente al Nápoli, tres goles a uno. Drogba escribió ocho años después: “El entrenador había sido despedido por el club y nosotros, los jugadores, tuvimos una reunión de equipo donde reconocimos ser en parte responsables de su partida. El capitán John Terry habló, Frank Lampard, Petr Čech y otros líderes en el grupo también”.

Drogba continúa con su relato: “Después de esa reunión le pedí a un joven de 23 años, Juan Mata García: ‘por favor maestro, ayúdame a ganar la Champions League’, me miró como ‘hombre, estás loco, tú eres Didier Drogba, tú me ayudarás a ganarla’. Le dije que yo había estado ocho años ahí y no la había ganado”.

A partir de ahí, el Chelsea remontó la eliminatoria al Napoli, para después sacar de la competición al Benfica y al Barcelona. La final fue en el Allianz Arena frente al Bayern Múnich, que se adelantó en el marcador en el minuto 83. Drogba relata recordando aquellos minutos finales: “En mi camino para patear el balón, en los últimos ocho minutos, estaba tan desanimado que ese joven me dijo: ‘Cree Didi, tienes que creer’. Casi llorando respondí, después de ver el marcador. ¿Creer en qué? Ya casi termina. Voy a llorar como hace unos meses cuando perdí la final con Costa de Marfil. Último minuto, último córner. Es decir, el primer tiro de esquina para nosotros contra dieciocho del Bayern ¿Adivina quién cobró ese tiro de esquina? Juan Mata. El resto es historia. ¡La lección es siempre creer!”.

Pero el liderazgo de Drogba trascendió mucho más allá de los campos de fútbol. En el año 2005, Costa de Marfil estaba inmersa en una guerra civil que dejó al país dividido. El norte dominado por los rebeldes y el sur por el gobierno. En octubre de ese año, la selección nacional guiada por el delantero africano consiguió ganarse la ansiada clasificación al Mundial del 2006. Tras el partido, que estaba siendo seguido por todo el país, Drogba se arrodilló y rodeado por sus compañeros lanzó un mensaje a las cámaras de televisión: “Ciudadanos de Costa de Marfil, del norte, sur, este y oeste, os pedimos de rodillas que os perdonéis los unos a los otros. Perdonad. Perdonad. Un gran país como el nuestro no puede rendirse al caos. Dejad vuestras armas y organizad unas elecciones libres”.

Tal vez haya sido el mensaje, o el momento de emoción que vivían todos los marfileños, o la mezcla de ambos, pero lo cierto es que la reacción no se hizo esperar. Apenas una semana después de aquel llamado, los dos bandos acordaron un cese al fuego. El fin de la guerra había comenzado, pero las cosas no se detuvieron ahí. Consciente de que aún faltaba mucho por hacer, al año siguiente, cuando Drogba recibió el trofeo al Mejor Futbolista Africano del 2006, decidió viajar a su país y compartir el premio con su gente. Viajó a Bouaké, la segunda ciudad del país, que estaba ocupada por los opositores al gobierno. En ese lugar volvió a hacer un llamado por la unidad de Costa de Marfil.

Si alguien piensa que el proceso se detuvo ahí, pues se equivoca. Al año siguiente fomentó la realización de un partido de la selección nacional en esa misma ciudad. La idea no había variado: buscar la unificación nacional. Por supuesto no fue una empresa fácil, pero con su mediación las autoridades accedieron. El día del partido varios ministros del gobierno, fuertemente escoltados, entraron en el estadio de la ciudad de Bouaké. En ese momento, la guerra civil llevaba cinco años destruyendo el territorio y a la población.

Antes de iniciar el encuentro, sonó el himno nacional. El presidente de Costa de Marfil y el líder rebelde lo cantaron uno al lado del otro, y en ese momento, Drogba supo que había alcanzado el objetivo, y así lo manifestó después: “Ver a los dos bandos juntos, cantar al unísono el himno de mi país fue muy especial. Sentí que Costa de Marfil volvía a nacer”. Al día siguiente, utilizando la victoria del país africano por cinco a cero, un diario local sacó el siguiente titular: “Cinco goles para borrar cinco años de guerra”.

Aquel que crea que el liderazgo y las acciones de Didier Drogba se detuvieron aquí, volverá a equivocarse. Con frecuencia visita las zonas pobres de Costa de Marfil y gestiona ayuda humanitaria, a través de la Fundación que él mismo creó: “Cuando visité un hospital en Abiyán estaba sorprendido por las terribles condiciones. Oímos hablar de todas las enfermedades incurables, pero estos niños tienen las mismas probabilidades de morir de diabetes, porque no hay insulina disponible. Fue entonces cuando decidí que el primer proyecto de la fundación debía ser construir y financiar un hospital dando a las personas la atención sanitaria básica y una oportunidad para mantenerse con vida”.

Ese mismo año, donó tres millones de libras que había recibido de un contrato publicitario con Pepsi. El objetivo no era otro que el de crear una institución que sirviera, como hospital y como orfanato, para los niños víctimas de la guerra civil. En una oportunidad, un periodista que visitó Costa de Marfil y pudo constatar lo que Drogba estaba haciendo en su país le preguntó por qué no le daba mayor publicidad. El exdelantero respondió: “No siento necesidad de decir nada a nadie de lo que soy en África. Sé por lo que estoy luchando, y eso es todo lo que importa”. Este es Didier Drogba, un ejemplo para la sociedad y un líder dentro y fuera de los campos de juego.

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