|OPINIÓN| La injusta e innecesaria sanción a Cervera

Jornada cinco, Cádiz – Granada. Corría el minuto 84 cuando Foulquier arrollaba a Perea dentro del área de una forma, quizás, temeraria. Una entrada fea y clamorosa que debió ser penalizada. Alberola Rojas, en directo, no señaló nada. Ante las airadas quejas de los jugadores cadistas, decidió esperar a que, desde la sala VOR, le transmitiesen algo acerca de la jugada. Una vez vista las repeticiones, el penalti era más que claro pero, sorprendentemente, Adrián Cordero Vega, encargado del VAR aquella jornada, consideró que la jugada no era apta para ser revisada por el colegiado.

Tras la finalización de este, Álvaro Cervera, no pudo contenerse en rueda de prensa: «Lo ha visto todo el mundo pero hay tres personas que no lo han visto. La única explicación es que no lo han querido pitar», declaraba.

Más de un mes después, el Comité de Competición ha sancionado al entrenador con cuatro partidos de suspensión debido a sus declaraciones, aludiendo al artículo 100 del Código Disciplinario en el que se considera «infracción grave las declaraciones realizadas por parte de cualquier persona sujeta a disciplina deportiva, a través de cualquier medio, que cuestionen la honradez e imparcialidad de cualquier miembro del colectivo arbitral o de los órganos de la RFEF, así como las declaraciones que supongan una desaprobación de la actividad de cualquier miembro de los colectivos mencionados cuando se efectúen con menosprecio o cuando se emplee un leguaje ofensivo, insultante, humillante o malsonante».

Es entendible que se protejan a los árbitros, es más, es un bien necesario. Todos entendemos que su labor es cuanto menos complicada. En una fracción de segundo tienen que tomar una decisión que puede afectar de cualquier manera no solo al destino de los jugadores y cuerpo técnico, sino de todos sus aficionados. Como cualquier persona en el mundo, estos fallan, aunque el error sea tan clamoroso como el visto en el Cádiz – Granada, a pesar de que, Cordero Vega, pudo verlo repetido y a cámara lenta.

Dichos fallos, como en cualquier profesión de este mundo, conlleva críticas. Álvaro Cervera, al igual que hubiera hecho cualquier entrenador con la tremenda responsabilidad de manejar un equipo de primera división, criticó y denunció una injusticia a la que fue sometido. Cualquier individuo en su lugar, habría declarado lo mismo, sobre todo después del tremendo esfuerzo que estaban realizando sus pupilos para llevarse ese partido.

Con sus palabras, ni cuestiona la imparcialidad ni desea menospreciar, insultar o humillar al equipo arbitral de Alberola Rojas. Cabe la posibilidad de que, su última frase, «no lo han querido pitar», se pueda malinterpretar de muchas maneras y, por ello, se le sancione.

Pero si este tipo de sanciones se aplican a declaraciones como esta, puede que un futuro vivamos una jornada en la que el 80 % de los entrenadores y puede que jugadores, no puedan estar sobre el terreno de juego. Sería una jornada atípica aquella que no tenga polémica, acciones dudosas o momentos que llenen de incertidumbre a cualquier aficionado. Futbolistas, presidentes, hasta utilleros tienen la libertad de criticar el trabajo de cada uno, siempre que estas no sobrepasen ciertas limitaciones. Álvaro Cervera no lo hizo.

Si echamos la vista atrás, no solo unos meses, sino unos años, podemos encontrar otras ruedas de prensa en las que, palabras más graves en contra de los árbitros no fueron sancionadas. Sin ir más lejos, hace no muchas semanas, Joel Robles dijo que «en caso de duda siempre se favorece al grande”. ¿Estas declaraciones no cuestionan la imparcialidad de un órgano de la RFEF? ¿Por qué Cervera sí y Joel no? Y visto lo visto, ¿Qué va a pasar entonces con Koeman?

Lo único claro aquí es que, desgraciadamente, en la actualidad esta norma no actúa de forma imparcial. Y aunque lo fuese, seguiría siendo un tanto exagerada. Como bien dice el artículo, insultos, menosprecios, faltas de respeto, etc. son las actuaciones que sí deberían ser sancionadas o aquellas que den a entender que el árbitro actúa en favor de un equipo en concreto. En caso de seguir así, pronto no se podrán juzgar ni actuaciones arbitrales ni, quien sabe, actuaciones de los propios futbolistas durante algún encuentro.

En estos tiempos, en los que tanto se está cuestionando la libertad de expresión, sanciones innecesarias como esta hace que se ponga en duda el derecho constitucional de todo ciudadano a expresar libremente sus opiniones.

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